BAJO EL (PERNICIOSO) SIGNO DE LOS ASTROS Ricardo Campo Pérez
BAJO EL (PERNICIOSO) SIGNO DE LOS ASTROS
Por: Ricardo Campo Pérez
"Hola, mi niña; elige, ¿izquierda o derecha?". No hay hora de la mañana o de la tarde en que no esté presente alguno de los esperpénticos tarotistas o videntes en las televisiones privadas. La alta cota de desvergüenza es paralela a la aparente impunidad con que estafan moralmente un día tras otro a sus clientes.
¿Sabe usted que le están engañando?
Tarotistas y videntes televisivos
La falta de seguridad personal, la anulación de la voluntad propia y su entrega al mago de turno, la deficiente educación básica en lo relativo al pensamiento racional, la aculturación casi exclusiva a través del medio televisivo y la ausencia de criterios sociales críticos se encuentran entre las causas de la presencia abrumadora de los videntes y astrólogos en las televisiones locales.
Mientras algunas voces individuales claman contra la degradación cultural de la sociedad del espectáculo los medios de comunicación audiovisuales dan cancha a cierta especie de charlatanes sin pagar precio por ello. Se trata de los tarotistas, astrólogos y videntes de las cadenas de televisión privadas locales. Su presencia masiva es el humo que delata un gran fuego; en realidad, son la punta de lanza del infantilismo social generalizado, de la ñoñería psicológica, de la estafa intelectual y cultural permanente que ejecutan ciertos medios de comunicación masivos. El nuevo milenio fue sólo una coyuntura para que los papanatas del cambio de conciencia vampirizaran con mayor ahínco al nuevaerista, al practicante de los viajes astrales, al contactado con los extraterrestres y los platillos volantes y a todas esas almas cándidas de las que se aprovechan los investigadores de cochambrosos "enigmas de la ciencia".
La plaga de los videntes
Todas las televisiones locales de nuestro Archipiélago cuentan con algún vidente o tarotista, con lo que una actividad antaño minoritaria y confinada a las páginas de anuncios por palabras de la prensa se ha convertido en pan de cada día para los medios audiovisuales. Su presencia se ha "normalizado"; son como un técnico más en plantilla. Su aparición no parece escandalizar al televidente: son uno más con el resto de personajes habituales. Según algunas encuestas Canarias es la Comunidad Autónoma donde, proporcionalmente, las televisiones locales tienen una mayor audiencia; ello supone que buena parte de la bazofia astro-tarotista es consumida por un público desinformado que entrega su sentido crítico en manos de los magos de la pequeña pantalla.
Es necesario mostrar repulsa pública contra estos charlatanes puesto que, con todos los indicios racionales y científicos de los que disponemos en la actualidad, podemos asegurar que no es posible adivinar el futuro ni ofrecer orientación sobre nuestra vida mediante unas cartas o los símbolos de la pseudociencia astrológica. El televidente mayoritario tiene derecho a conocer que nadie ha realizado una predicción concreta y no trivial sobre un evento que luego haya ocurrido. Y la ausencia de pruebas es aplicable no sólo a las "mancias televisivas": la investigación científica ha demostrado la irrealidad de afirmaciones y experiencias mucho más espectaculares, como los médiums, y los supuestos hechos "paranormales"; basta echar un vistazo al delicioso libro de Miguel Ángel Sabadell Hablando con fantasmas (Temas de Hoy, 1998) para darse cuenta del mundo de pillos "paranormales" en que vivimos. Si, por otro lado, los videntes realizan a través de la televisión un remedo afectado de la psicología en su vertiente clínica deberían ser los propios psicólogos los que denunciaran públicamente a esos peligrosos intrusos. Precisamente el aspecto de "terapia" psicológica que desempeñan las cotorras televisivas del tarot las sitúa a medio camino entre lo psicológicamente insano y el fomento de las formas más simples de conservadurismo social; así lo expresa el filósofo Theodor W. Adorno, que se ocupó de la creencia en la astrología y los horóscopos: "Mientras la Psicología intenta clarificar y explicar el origen de los conflictos psíquicos, este tipo de psicología de consumo [la que ofrece el horóscopo] refuerza las defensas patológicas y apoya las pautas de la convención y del prejuicio social". Y en cuanto al aspecto social de este fenómeno Adorno no se muestra menos agudo: "Creer en el signo de los astros no sólo debe interpretarse como un signo de dependencia, sino como una ideología en pro de la dependencia, a la par que como una tentativa de fortalecer, y en cierta forma, justificar unas condiciones económicas y sociales que parecen más tolerables si se las afronta con una actitud positiva y jovial" (en Filosofía y superstición y Bajo el signo de los astros).
Sencillas técnicas del engañabobos
La ciencia proporciona respuestas racionales para las supuestas habilidades paranormales y para los fenómenos extraños. Los tarotistas televisivos no son "paranormales" estrictamente pero forman parte de la sección más vergonzante del rudimentario pensamiento mágico. Suplen su evidente ignorancia con unas pocas técnicas psicológicas. Carlos Álvarez, del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la Universidad de La Laguna, muestra en una de las lecciones del Curso Interdisciplinar sobre "Ciencia y pseudociencia" del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la ULL -del que próximamente se celebrará la tercera edición- las principales argucias de los "videntes" para captar la atención y la confianza del público crédulo y predispuesto. Entre ellas destacan ciertas dotes para la observación atenta o lectura fría, uso de afirmaciones muy generales válidas para cualquier persona, manejo de la predisposición a creer por parte del consultor, memoria selectiva, que hace olvidar los errores del vidente, etc. Asimismo, vale la pena consultar el último número de "el escéptico" (http://www.el-esceptico.org/), en el que el mago y autor argentino Enrique Márquez pasa revista a la gran estafa pública que supone el supermercado de adivinos. ¿Cómo es posible que a través de una llamada telefónica, y sabiendo sólo el nombre y la edad de la persona que llama, así como su "signo astrológico", se atrevan a aconsejar sobre cuestiones personales, sanitarias y decisiones vitales que pueden resultar importantísimas para el cliente?; ¿qué personas o instituciones responden de la cualificación del adivino para ejercer dicha tarea? En programas televisivos hemos escuchado diálogos del tipo: "tienes problemas de salud pero no es necesario que te mediques porque vas a mejorar", a lo que el cliente respondió que padece esclerosis múltiple...
Pensamos que esta actividad es claramente inmoral, sino ilegal. Es cuando menos indignante que el cliente no tenga opción a la queja por no haberse cumplido la predicción hecha, o por la enojosa dirección que tomó su vida al seguir al pie de la letra el consejo que uno de estos irresponsables se inventó sobre la marcha mientras aparentaba echar un vistazo a las cartas. Opción que, por derecho, tenemos todos los ciudadanos cuando actuamos como consultores de profesionales colegiados y debidamente cualificados para el ejercicio de su profesión.
Unas pocas recomendaciones a los medios.
En otra ocasión y con motivo de uno de los escritos de protesta que los críticos solemos enviar a la prensa cuando el submundo de lo paranormal se disfraza con mayor descaro de pensamiento racional y difunde sus extravagancias en foros públicos el profesor de física y escéptico militante Pedro J. Hernández (http://www.geocities.com/pedroj.geo/) expresó un deseo colectivo en cuatro puntos que conviene recordar periódicamente:
a) Manifestar nuestro compromiso con la divulgación de la ciencia y del pensamiento crítico en la sociedad canaria.
b) Denunciar públicamente los desmanes de los defensores de lo paranormal y hacer un llamamiento a los ciudadanos para que empleen su espíritu crítico a la hora de evaluar a estos "adivinos".
c) Proponer a los medios de comunicación la organización de foros y debates sobre las pseudociencias donde la voz crítica y racional esté presente, al menos en igualdad de condiciones que los propagandistas de lo "esotérico".
d) Solicitar a los medios de comunicación más espacio o tribuna para la divulgación de las ciencias.
¿Se resentirá el haber de su empresa televisiva si ofrece menos espacio a la quincalla paranormal y a la pseudo-psicología astro-tarotista? ¿Consulta Vd. habitualmente a los adivinos de la tele? Yo prefiero salir a caminar por nuestros montes; la televisión, los tarotistas y los videntes me producen asma.
Por: Ricardo Campo Pérez
"Hola, mi niña; elige, ¿izquierda o derecha?". No hay hora de la mañana o de la tarde en que no esté presente alguno de los esperpénticos tarotistas o videntes en las televisiones privadas. La alta cota de desvergüenza es paralela a la aparente impunidad con que estafan moralmente un día tras otro a sus clientes.
¿Sabe usted que le están engañando?
Tarotistas y videntes televisivos
La falta de seguridad personal, la anulación de la voluntad propia y su entrega al mago de turno, la deficiente educación básica en lo relativo al pensamiento racional, la aculturación casi exclusiva a través del medio televisivo y la ausencia de criterios sociales críticos se encuentran entre las causas de la presencia abrumadora de los videntes y astrólogos en las televisiones locales.
Mientras algunas voces individuales claman contra la degradación cultural de la sociedad del espectáculo los medios de comunicación audiovisuales dan cancha a cierta especie de charlatanes sin pagar precio por ello. Se trata de los tarotistas, astrólogos y videntes de las cadenas de televisión privadas locales. Su presencia masiva es el humo que delata un gran fuego; en realidad, son la punta de lanza del infantilismo social generalizado, de la ñoñería psicológica, de la estafa intelectual y cultural permanente que ejecutan ciertos medios de comunicación masivos. El nuevo milenio fue sólo una coyuntura para que los papanatas del cambio de conciencia vampirizaran con mayor ahínco al nuevaerista, al practicante de los viajes astrales, al contactado con los extraterrestres y los platillos volantes y a todas esas almas cándidas de las que se aprovechan los investigadores de cochambrosos "enigmas de la ciencia".
La plaga de los videntes
Todas las televisiones locales de nuestro Archipiélago cuentan con algún vidente o tarotista, con lo que una actividad antaño minoritaria y confinada a las páginas de anuncios por palabras de la prensa se ha convertido en pan de cada día para los medios audiovisuales. Su presencia se ha "normalizado"; son como un técnico más en plantilla. Su aparición no parece escandalizar al televidente: son uno más con el resto de personajes habituales. Según algunas encuestas Canarias es la Comunidad Autónoma donde, proporcionalmente, las televisiones locales tienen una mayor audiencia; ello supone que buena parte de la bazofia astro-tarotista es consumida por un público desinformado que entrega su sentido crítico en manos de los magos de la pequeña pantalla.
Es necesario mostrar repulsa pública contra estos charlatanes puesto que, con todos los indicios racionales y científicos de los que disponemos en la actualidad, podemos asegurar que no es posible adivinar el futuro ni ofrecer orientación sobre nuestra vida mediante unas cartas o los símbolos de la pseudociencia astrológica. El televidente mayoritario tiene derecho a conocer que nadie ha realizado una predicción concreta y no trivial sobre un evento que luego haya ocurrido. Y la ausencia de pruebas es aplicable no sólo a las "mancias televisivas": la investigación científica ha demostrado la irrealidad de afirmaciones y experiencias mucho más espectaculares, como los médiums, y los supuestos hechos "paranormales"; basta echar un vistazo al delicioso libro de Miguel Ángel Sabadell Hablando con fantasmas (Temas de Hoy, 1998) para darse cuenta del mundo de pillos "paranormales" en que vivimos. Si, por otro lado, los videntes realizan a través de la televisión un remedo afectado de la psicología en su vertiente clínica deberían ser los propios psicólogos los que denunciaran públicamente a esos peligrosos intrusos. Precisamente el aspecto de "terapia" psicológica que desempeñan las cotorras televisivas del tarot las sitúa a medio camino entre lo psicológicamente insano y el fomento de las formas más simples de conservadurismo social; así lo expresa el filósofo Theodor W. Adorno, que se ocupó de la creencia en la astrología y los horóscopos: "Mientras la Psicología intenta clarificar y explicar el origen de los conflictos psíquicos, este tipo de psicología de consumo [la que ofrece el horóscopo] refuerza las defensas patológicas y apoya las pautas de la convención y del prejuicio social". Y en cuanto al aspecto social de este fenómeno Adorno no se muestra menos agudo: "Creer en el signo de los astros no sólo debe interpretarse como un signo de dependencia, sino como una ideología en pro de la dependencia, a la par que como una tentativa de fortalecer, y en cierta forma, justificar unas condiciones económicas y sociales que parecen más tolerables si se las afronta con una actitud positiva y jovial" (en Filosofía y superstición y Bajo el signo de los astros).
Sencillas técnicas del engañabobos
La ciencia proporciona respuestas racionales para las supuestas habilidades paranormales y para los fenómenos extraños. Los tarotistas televisivos no son "paranormales" estrictamente pero forman parte de la sección más vergonzante del rudimentario pensamiento mágico. Suplen su evidente ignorancia con unas pocas técnicas psicológicas. Carlos Álvarez, del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la Universidad de La Laguna, muestra en una de las lecciones del Curso Interdisciplinar sobre "Ciencia y pseudociencia" del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la ULL -del que próximamente se celebrará la tercera edición- las principales argucias de los "videntes" para captar la atención y la confianza del público crédulo y predispuesto. Entre ellas destacan ciertas dotes para la observación atenta o lectura fría, uso de afirmaciones muy generales válidas para cualquier persona, manejo de la predisposición a creer por parte del consultor, memoria selectiva, que hace olvidar los errores del vidente, etc. Asimismo, vale la pena consultar el último número de "el escéptico" (http://www.el-esceptico.org/), en el que el mago y autor argentino Enrique Márquez pasa revista a la gran estafa pública que supone el supermercado de adivinos. ¿Cómo es posible que a través de una llamada telefónica, y sabiendo sólo el nombre y la edad de la persona que llama, así como su "signo astrológico", se atrevan a aconsejar sobre cuestiones personales, sanitarias y decisiones vitales que pueden resultar importantísimas para el cliente?; ¿qué personas o instituciones responden de la cualificación del adivino para ejercer dicha tarea? En programas televisivos hemos escuchado diálogos del tipo: "tienes problemas de salud pero no es necesario que te mediques porque vas a mejorar", a lo que el cliente respondió que padece esclerosis múltiple...
Pensamos que esta actividad es claramente inmoral, sino ilegal. Es cuando menos indignante que el cliente no tenga opción a la queja por no haberse cumplido la predicción hecha, o por la enojosa dirección que tomó su vida al seguir al pie de la letra el consejo que uno de estos irresponsables se inventó sobre la marcha mientras aparentaba echar un vistazo a las cartas. Opción que, por derecho, tenemos todos los ciudadanos cuando actuamos como consultores de profesionales colegiados y debidamente cualificados para el ejercicio de su profesión.
Unas pocas recomendaciones a los medios.
En otra ocasión y con motivo de uno de los escritos de protesta que los críticos solemos enviar a la prensa cuando el submundo de lo paranormal se disfraza con mayor descaro de pensamiento racional y difunde sus extravagancias en foros públicos el profesor de física y escéptico militante Pedro J. Hernández (http://www.geocities.com/pedroj.geo/) expresó un deseo colectivo en cuatro puntos que conviene recordar periódicamente:
a) Manifestar nuestro compromiso con la divulgación de la ciencia y del pensamiento crítico en la sociedad canaria.
b) Denunciar públicamente los desmanes de los defensores de lo paranormal y hacer un llamamiento a los ciudadanos para que empleen su espíritu crítico a la hora de evaluar a estos "adivinos".
c) Proponer a los medios de comunicación la organización de foros y debates sobre las pseudociencias donde la voz crítica y racional esté presente, al menos en igualdad de condiciones que los propagandistas de lo "esotérico".
d) Solicitar a los medios de comunicación más espacio o tribuna para la divulgación de las ciencias.
¿Se resentirá el haber de su empresa televisiva si ofrece menos espacio a la quincalla paranormal y a la pseudo-psicología astro-tarotista? ¿Consulta Vd. habitualmente a los adivinos de la tele? Yo prefiero salir a caminar por nuestros montes; la televisión, los tarotistas y los videntes me producen asma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario